Ahora el fuego reúne poemas que son entradas a ciertos espacios interiores donde la libertad se vuelva evidente y los espacios públicos sean liberados, tomados por quien lee, como si la poeta lanzara al horizonte un puñado de cartas marcadas que, al incendiarse, definen el único orden posible para salir o volver al laberinto sobre la tumba cuando ya todo aconteció en este decidido salto hacia las llamas azules de la poesía donde todo lo vivido se contiene y quema.