Cuando se habla de un elemento vital para el ser humano, de relevancia económica y política, el costo social de no contar con el recurso hídrico o de su contaminación, siempre será el mayor de los costos. Pero aun hablando en términos puramente económicos, el no contar con agua en cantidad y calidad necesarias en el presente, resulta más caro que el requerimiento por la atención de las consecuencias en el futuro y en este sentido había que probar la afirmación. Lo primero era centrar la consecuencia en un elemento que pudiera ser cuantificable como costo en el tiempo ante la ausencia de agua apta para consumo humano y la contaminación de la misma, y una de las relaciones de causalidad más importantes para el bienestar social es la de agua-salud. El estudio se podría dirigir al sector de la población que presenta el mayor rezago de servicios de agua y saneamiento, condición que lo hace altamente vulnerable a problemas de salud: el rural, en donde las medidas aplicadas para la atención del bienestar no han contribuido en forma determinante a la solución de las necesidades. Las acciones instrumentadas tratan de remediar consecuencias y no atacan el origen de los problemas.