El autor de este libro propone repensar la idea que la nación argentina era un hecho dado en el siglo XIX. Por un lado, se intenta evidenciar que los símbolos nacionales forman parte de una construcción que los historiadores pueden reconstruir, y que Buenos Aires, sede de los gobiernos de la Revolución, creó una simbología nacional e intentó imponerla a las otras provincias del Río de la Plata con las resistencias que esto supone. La historia de la imposición de los símbolos nacionales argentinos requiere un largo estudio de todo el siglo XIX y parte del siglo XX, en este libro sólo se analizan las primeras décadas del siglo XIX. Por otra parte se intenta matizar la tesis de algunos historiadores que sostienen que la nación Argentina ya existe con el proceso de Revolución e Independencia, Rosas es nacionalista y todo actor que lo apoye defiende los intereses nacionales y por el contrario el que lo ataca es un traidor a la patria. En los capítulos 3 y 4, se desea dar algunos indicios para repensar estas interpretaciones.