La obra que aquí presento es una versión de la obra épica por excelencia de la Literatura Latina del poeta que el propio César Augusto eligió para cantar la grandeza de Roma y del linaje romano, Publio Virgilio Marón. Sólo pensar en que me dispongo a verter en castellano una de las obras más impresionantes de la literatura de todos los tiempos me sume en un Océano de vergüenza, tanto más cuanto tampoco he realizado una traducción, sino, como bien advierto, una versión, eso sí, directamente del latín, concretamente de la edición de R.A.B. Mynors, 1985 (6), Oxford Classical Texts.He sido absolutamente fiel al contenido, a la estructura de la obra, mucho más compleja de lo que se explica en los libros de Historia de la Literatura. He intentado reproducir gran parte de los recursos literarios y lugares comunes del género épico: fórmulas, epítetos, aliteraciones, comparaciones, invocaciones, escenas olímpicas, descensos al Hades, Juegos fúnebres, diálogos entre combatientes, predicciones de muerte … Pero es que Virgilio es, además, una fuente inagotable de enálages, metáforas, metonimias, sinécdoques, sinestesias, antítesis, impossibilia, hystera protera,.. Circulan por la Eneida centenares de versos de oro, plata, bronce …En mi opinión, modesta, todo lo bueno que se ha dicho de una obra literaria se puede aplicar a la Eneida. Por esta razón he preferido sacrificar versos de la obra y presentar una lectura que, en mi ingenua opinión, pudiera ser más fluida y atractiva que una traducción prosaica hecha a partir de traducciones de otras lenguas modernas que, evidentemente, no son el latín. Sigo, en esta versión, todo el contenido literal de la obra, en ocasiones traduciendo el sentido e intentando mantener el estilo Virgiliano, en ocasiones traduciendo en verso como mejor he podido, teniendo en cuenta que, sin duda, este es el primer esbozo de una traducción íntegra en verso que preparo para un futuro. No he querido molestar con notas a pie de página ni estudios preliminares. Hoy en día es muy fácil para el lector consultar a toque de dedo sobre cualquier tema en esa gran biblioteca pública que es internet. Sólo espero que el amable lector disfrute con su lectura una décima parte de lo que yo he gozado con la compañía de Virgilio durante las incontables horas que hemos pasado juntos para coronar estas páginas.