Francesca cada día se convertía en una mujer muy hermosa, crecía como una flor desolada, en medio del fango y las espinas, vivía en un infierno, y ahí, en ese infierno, conoció el cielo, porque hasta en el infierno puede florecer el amor, así, cayó una semilla de amor en ese infierno, y empezó a florecer y a crecer, cambiando la vida de Francesca. Cayó la semilla del amor en su corazón, y purificó su alma y su espíritu. Y cuando ya se encontraba marchita como una flor, tomó el agua del amor, y revivió y floreció y nació la ilusión y la esperanza dentro de ella. Y el amor liberó a Francesca del infierno de donde ella vivía y de su esclavitud.