Cuando ingresé al aula, como profesional en práctica de la educación, me hice la pregunta si aquello que iba a enseñar iba a ser útil para mis alumnos, es más, si aquello permitía a los alumnos sentirse parte de una realidad, y reconocer dicho contenido en su vida diaria, en su realidad social, familiar y personal. A partir de esto, me he encontrado con el pensamiento educativo de uno de los primeros doctores de pedagogía de Chile: Alberto Hurtado, quien, por los años 30 del siglo pasado, se preguntaba por qué los alumnos se aburren, pregunta que hasta el día de hoy resuena entre los pasillos de los establecimientos educacionales y dentro de las salas de clases. Dicha pregunta tiene su respuesta, precisamente, en lo útil que puede llegar a ser aquello que se enseña. Para ello Alberto Hurtado estudia el pensamiento de John Dewey por la educación social y la enseñanza de la filosofía, donde el alumno debe estudiar dichos contenidos desde la reflexión de su entorno y realidad de manera que sea capaz de integrarse por medio de la reflexión. Se espera que esta investigación sea una contribución a no realizar una enseñanza de la filosofía descontextualizada de la realidad.