En la actualidad, en un momento en el que los flujos de energía, mercancías, información y personas, se tornan incesantes; las vivencias espaciales surgen de lo más profundo de nosotros y de las familias que viven en diferentes lugares. La territorialidad se torna sagrada, vinculada a la vida interior y a la vida social por medio de rituales, mitos y memoria colectiva. La multi-territorialidad étnica es una propuesta de trabajo que en Sonora se comprueba debido a que, las familias Nahuas, Triquis y Zapotecas, ya sea en un contexto de agricultura de exportación o en un contexto de turismo internacional, se afianzan a lugares en los que se construye historia a partir de su espiritualidad y vida sagrada. En el siglo XXI nuestros pueblos caminan, recorren, reconstruyen, reconfiguran los espacios para cambiar la geografía del mundo, para crear nuevos lugares o al menos para sobrevivir en un salvaje capitalismo que los trata de absorber y de olvidar.