Uno de los temas recurrentes en el pensamiento filosófico es el que se refiere al origen del universo, y las consecuencias que tiene la respuesta que se adopte ante ese interrogante. Claude Tresmontant ha mostrado el relieve que ha tenido, para una Antropología filosófica cristiana, la idea de la creación divina- corregida respecto a sus versiones distorsionadas- como origen del Universo y de la existencia humana. Esta idea la encuentra presente en el pensamiento filosófico explícito o implícito de la Patrística, la Escolástica Medieval, y en autores modernos como Laberthonnière y, especialmente, Maurice Blondel, aparte de los neotomistas. El origen de este phylum de la historia del pensamiento lo ha encontrado en la filosofía implícita en la Biblia. Y lo ha contrapuesto como reacción, en sucesivos momentos de la historia del pensamiento, frente al phylum panteísta, cuyo origen descubre en textos sagrados de los Vedas. En éstos se fundamenta el mito de la caída de las almas (divinas) en la materia, como origen de la existencia humana. Tresmontant ha mostrado cómo el mito de la caída constituye un elemento esencial de la savia de una línea de pensamiento –panteísmo explícito o implícito – en coherencia con el correspondiente pensamiento antropológico. Ha sido representado por algunas corrientes o figuras destacadas de la historia de la filosofía. En la Antigüedad, por el Orfismo, Empédocles, Platón, la Gnosis, el Maniqueísmo, y, principalmente, el Neoplatonismo de Plotino. En la filosofía moderna, por Spinoza, Fichte, Schelling, Hegel, Marx y Engels, entre otros. Ha mostrado, asimismo, que las cosmologías científicas actuales se armonizan mejor con la concepción creacionista que con la panteísta. Y lo mismo ocurre respecto a una Ética en la que se destaque, como un valor primordial, el respeto a la persona humana con su naturaleza psicocorporal. En las observaciones críticas a Tresmontant se han tenido presente, principalmente a Gómez Caffarena y a Raimon Pánikkar.