Con el empuje republicano en la América Latina del primer cuarto del siglo XIX puede hablarse de un posicionamiento del latinoamericanismo como corriente de pensamiento -y por ende política- cuya apuesta era entonces ya por una región moderna y modernizadora: capaz de aspirar a la construcción de sociedades que funcionasen como proyectos pedagógicos a la usanza de la Modernidad europea resultante de la Revolución francesa. Así se fueron concretando propuestas con tal carácter desde el pensamiento social latinoamericano. Acaso en tal sentido la nota más alta se le puede otorgar al cubano José Martí, quien somete a observación a las repúblicas latinoamericanas luego de haberse detenido a analizar la constitución del republicanismo en los Estados Unidos de América. La perspectiva del Apóstol de Cuba se encaminaba al cuestionamiento del futuro de la integración latinoamericana. Para Martí, la colonia insistía en seguir morando en las repúblicas de reciente constitución.