Lágrimas de un Quetzal expone la realidad de tantos guatemaltecos que se sienten excluidos en su propio país. Unos no tienen acceso a la educación, otros a los hospitales, muchos a conseguirse un trabajo digno que sea suficiente a poner un platillo de frijoles en la mesa. Un gran porcentaje tiene que ir a trabajar a fuera de sus fronteras para ganarse lo que debería tener en su tierra. El precio de una aventura en la distancia es la mutilación familiar. La patria se queda sin su ciudadano y el ciudadano se va sin su patria. Una nación como la nuestra tiene todo para salir adelante y satisfacer las necesidades de todos. Recuperemos las ganas de hacer el cambio. Sé que podemos. Recordemos la frase del presidente Kjell Eugenio Laugerud García cuando el terremoto del ‘76, Guatemala esta herida, pero no de muerte. Sé que puede despertar en una laguna de nuevos horizontes y un caminar de esperanza en el corazón de todos sus hijos. Empecemos ahora, no mañana. Hoy es el momento perfecto para sacar a nuestra tierra de donde la hemos dejado a empantanarse. Amándola como ella nos ama, venceremos la epidemia de la desigualdad y la corrupción que nos aqueja cada amanecer. No es un reclamo para mis paisanos, sino una súplica para mis hermanos. Guatemala te necesita hoy. No le digas que no. Guatemala es tuya y de todos.