Conocí a Ramón en el Hospital de la Vall d’Hebron, seguramente, en su peor momento, y sinceramente, me costaba creer que esta historia tendría un final feliz. Recuerdo perfectamente, cuando lo visitaba en la habitación y hablábamos de carreras, cómo se le iluminaban los ojos, y ¡eso es lo mismo que me ha ocurrido a mí al leer el libro! La vida te pone a prueba de mil maneras diferentes, simplemente es cuestión de actitud: salir adelante. Gracias por compartirlo de una forma tan natural y tan humana. Pura inspiración para tod@s. Paso a paso, y ¡¡sin detenerte!!