La sociedad en la que nos desarrollamos está evolucionando constantemente, el avance tecnológico y científico ha encontrado soluciones a los problemas que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX parecían misterios que jamás podrían resolverse. Dentro de este constante devenir, también se gesta una nueva sociedad, con una nueva forma de ver al hombre, al mundo y a Dios. Es una sociedad que ha cambiado mucho los patrones culturales y que cada día se perfila hacia caminos desconocidos que la deshumanizan; a este respecto Paul Hazard decía algo en una de sus obras: ha llegado el tiempo de todas las heterodoxias; de los indisciplinados, los rebeldes. Esta nueva forma de sociedad tiene un cierto rechazo a lo sistemático, a lo institucionalizado y opta por lo fácil, lo nuevo, lo rentable, dándole primacía al individualismo.