Ernesto Tresojos, pescador de profesión y pensador por vocación, intenta, una vez más, quitarse la vida en busca de elegir un final no escrito, decidido en la certeza de que el suicidio es la máxima expresión en el ejercicio de su libertad. Tras la desafortunada tentativa descubre lo que identifica como restos de un naufragio, uno de tantos de los que se suceden en las costas de Menorca; atados al botín que el mar devuelve, dos jóvenes son rescatados por el pescador. La aldea en pleno, atendiendo a la petición de los recién llegados, decide ocultar su presencia a las autoridades. Diez años después Carlie Trevidau y Joan Burrul se han hecho un hueco en la comunidad, sus vides, libres de filoxera, se distribuyen en todo el archipiélago y contribuyen a la prosperidad de la aldea. Pero el pasado no se puede eludir, la fortuna guardada en diamantes, que ha hecho posible rehacer sus vidas, es también el lastre que les aferra a Marsella, la ciudad que abandonaron al embarcar en el General Chanzy, el carguero que, tras su hundimiento, les proporcionó una nueva identidad y un nuevo futuro.