Mercedes y Consuelo son dos ancianas que llevan cincuenta años compartiendo su vida en una casa de Etxaleku, un pueblo a las faldas de pirineo navarro. Solo la inminente paternidad del sobrino de una de ellas, comisario de policía en Pamplona, aporta algo de ventura a la existencia vacía y sin esperanzas que las ha mantenido enclaustradas en aquel valle por el que el tiempo parece transcurrir solo para ellas. Sus vidas anodinas darán un vuelco cuando el comisario comience a atar unos cabos que ellas llevan arrostrando durante medio siglo, unos secretos que pensaban llevarse a la tumba, y que comienzan a quedar al descubierto cuando la madre del comisario, en su lecho de muerte, le pide a su hijo que queme la casa maldita, una casa escondida en el monte a la que nadie se ha atrevido a acercarse en décadas. Todo comenzará cuando el comisario descubra que esa era su propia casa. Las extrañas desapariciones de sus tíos, su propio padre, huido precipitadamente cuando él apenas tenía dos años, su madre, que jamás quiso regresar al pueblo, las existencia de una familia que él desconocía… todo ello lleva al comisario a enfrascarse en una investigación que pondrá al descubierto, no solo lo que sus tías ocultaban, sino una serie de hechos luctuosos que cambiarán por completo los recuerdos que él había idealizado sobre su familia.