Una delicia costumbrista con aires de Amanece que no es poco y del mejor Miguel Mihura que nos lleva a conocer a una disparata familia de terratenientes venidos a menos. Un patriarca en perpetua siesta, unos adolescentes poseídos por las hormonas y unos parientes que de tan mezquinos resultan entrañables. Una historia irrepetible que bien podría haber llevado al cine Luis García Berlanga.-